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Cocaína – Aleksandr Skorobogatov

Cocaína es, sin ninguna duda, el libro más extraño que he leído nunca. Para empezar, no puedo hacer una sinopsis porque la novela no tiene una trama, ni cuenta una historia. De hecho, estoy totalmente de acuerdo con cómo la define uno de los personajes:

«Es una sensación absurda: lees y lees y nunca te queda claro qué y para qué. De pronto te parece que lo has entendido, te parece que ya has encontrado un hilo del que tirar… Y das la vuelta a la página y hala, que te den».

Pero detrás de ese aparente caos, se percibe un estilo, un voz bien estudiada, y una intención por parte del autor, que sin duda domina la técnica narrativa. Desde las primeras páginas me quedó claro que Cocaína está muy bien escrita.

La prosa de este libro es brillante cuando se trata de jugar con el lector.

Recuerdo especialmente una escena en la que nuestro protagonista está en la bañera, leyendo una novela cuyo protagonista también se está dando un baño en ese momento. Me gusta mucho cómo Skorobogatov construye, despacio y con cuidado, una estructura intencionadamente confusa. Mezcla la historia de Cocaína con la del otro libro, los dos personajes se duermen y acabas por no saber quién sueña qué… A nivel de técnica literaria es un capítulo muy bien ejecutado.

La novela está llena de situaciones absurdas y escenas surrealistas.

Es difícil saber si lo que cuenta el narrador está pasando de verdad, si está teniendo una alucinación, o si se está imaginando una historia para entretenerse mientras se toma un café. Incluso los personajes con los que interactúa el protagonista son en su mayoría totalmente inverosímiles. Al final acabas dudando absolutamente de todo.

Si buscáis coherencia, este no es vuestro libro. En Cocaína los muertos resucitan, hay momentos totalmente desconcertantes que nunca se explican, y la imaginación del autor no conoce límites. No hay normas, hace con sus personajes y con su historia lo que le apetece.

Un punto fuerte de este autor son los diálogos.

Muchos de ellos son totalmente absurdos y desconcertantes para el lector, pero todos fluyen con mucha naturalidad, y están ambientados con esmero. Mi favorito es el de los aldeanos comiendo en la isba, porque en muy pocas frases combina aspectos muy interesantes: referencias políticas, como la alusión al Partido; crítica a cierto tipo de lectores, que se creen guardianes de la Virtud; humor negro, y como remate un comentario sarcástico sobre el mercantilismo en el arte.

También me encantan los fragmentos de Cocaína que tienen que ver con el proceso de la escritura.

Hay un diálogo genial entre un escritor y un editor, que me dio ganas de aplaudir porque está lleno de ironía y sutileza. En otros momentos, Skorobogatov comenta su propio método de trabajo:

«Presten atención a que el autor busca con insistencia y obsesión el único color que dará juego, brillo, belleza y vida a la página».

La mayor parte de la novela está escrita en primera persona. Pero también hay fragmentos en tercera persona, en los que el protagonista es el autor.  Y a veces se alternan las dos voces en el mismo capítulo.

Cocaína tiene algunos momentos elegantes, incluso bonitos.

Hay una escena en la que el protagonista conversa con la mujer que fue su primer amor, y ella comenta:

«Detrás de esa cháchara simple, y como casual de tus protagonistas se oculta tal desgarro, un dolor y una tristeza tan penetrantes, una pena luminosa después de la separación prolongada, la nostalgia por lo que se fue, por algo que era mejor, puro, que no se ha olvidado y que no va a volver… »

Y es cierto. El dolor y el desconcierto vital se perciben a lo largo de toda la novela. Hay fragmentos sencillos, directos, en los que el autor describe con mucha sensibilidad cómo se sienten sus personajes. Como la escena en la que Nadia describe por qué rompió la relación con el hombre al que amaba. O los párrafos dedicados a la pobre niña que sufre el acoso de su padre.

Por desgracia, esos momentos son escasos.

En general, las emociones de los personajes se camuflan tras algún acto o pensamiento cruel, o una escena de terror, o un delirio, o un momento tan repugnante que el sentimiento que predomina es el asco. Así que a mí me ha resultado totalmente imposible empatizar con el protagonista.

En Cocaína abundan las escenas desagradables.

La forma en que se trata el sexo es horrible: relaciones con menores, hombres que utilizan a mujeres como a objetos y una niña embarazada. Tampoco falta un marido siempre dispuesto a golpear a su hija y a su esposa.

Algunas descripciones son demasiado gráficas para mi gusto, como la de las ratas de las alcantarillas, y las de algunos asesinatos. También hay sangre, vísceras, carne picada, olores desagradables y otros elementos nauseabundos.

Y, aunque esto es algo más subjetivo, el humor negro, que está muy presente en esta obra, a veces me parece demasiado crudo.

Pero si os gusta la literatura bizarra, estoy segura de que disfrutaréis con esta lectura.

 

Mi opinión personal.

Para ser justa, tengo que reconocer que algunos fragmentos de esta obra me han gustado mucho. Incluso han conseguido hacerme sonreír, lo que no es nada fácil. He disfrutado con la ironía de algunos diálogos, con los momentos de crítica, y con la calidad técnica del texto.

Pero también hay algunos aspectos negativos.

No me molesta que una obra incluya escenas delirantes, siempre que estén al servicio de la narración y sean coherentes con la trama. Mi problema con Cocaína es que no hay una historia, sino una sucesión de absurdos que no llevan a ninguna parte.

La lectura también me resultó frustrante porque el autor demuestra que es capaz de escribir de forma emotiva, sensible y bonita:

«Yo nunca había oído, ni antes ni después, que alguien pudiera cantar así La Internacional: no parecían pronunciar unas palabras tiempo atrás aprendidas de una canción ya existente, que conocían desde pequeños, sino que parecía que la estuvieran componiendo justo en ese momento, en esa mesa, colocando una palabra tras otra, entonándolas con claridad desde las profundidades arcanas y cristalinas de sus corazones».

Después de párrafos como este, me molestó mucho volver al tono general de la novela, tan sucio y violento.

Reconozco que soy de náusea fácil, por lo que suelo huir de este tipo de libros. Si sois como yo, no os recomiendo esta lectura.

Pero si eso no os importa, en esta novela encontraréis una experiencia intrigante y un juego narrativo que fascina por la increíble imaginación del autor.

¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis leído esta novela? ¿Os apetece darle una oportunidad? Espero vuestros comentarios.

Por hoy me despido con un abrazo para todos. ¡Leed mucho!

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