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La revolución de las flaneuses – Anna Mª Iglesia

La revolución de las flaneuses es un ensayo que analiza el papel de la mujer en la ciudad, y las dificultades que ha tenido y sigue teniendo para construir su espacio y pasar de ser un objeto de contemplación a un sujeto activo. Lo publica la editorial Wunderkammer.

Esta historia comienza en el siglo XIX.

El flanéur era el paseante que se movía por la ciudad poniendo mucha atención para apreciar todos sus matices y contrastes. Vagabundeaba sin prisas, sin rumbo fijo, como un filósofo. Pero en realidad era un artista, que solía plasmar sus observaciones en sus textos o sus cuadros. Nos han llegado ejemplos de flaneurs ilustres como Walter Benjamin. Charles Baudelaire hablaba a menudo de este fenómeno, teorizaba sobre él y lo plasmó en varios de sus poemas.

Pero, ¿qué pasa con las mujeres?

¿Es que no había mujeres paseantes? ¿No había flanéuses? La respuesta oficial es que no.

En aquella época, toda mujer que paseara sola se arriesgaba a ser considerada como una prostituta. Y sin embargo, siempre ha habido valientes que desafían las normas. No sabemos su nombre ni su historia, fueron negadas. Pero al menos una de ellas quedó registrada en un cuadro del pintor Gustave Caillebotte, en el año 1875.

Joven en la ventana, cuadro de Gustave Caillebotte

Derecho a mirar sin ser vistas

Las mujeres no podían apropiarse de las calles, pero tampoco de otros espacios públicos. En el teatro, en el parque, en los pocos lugares a los que se les permitía asistir, estaban siempre sujetas a normas que las situaban en la posición de objeto de observación de la mirada masculina. Pero ¿cómo podía una mujer llegar a ser artista, si se le prohibía el transitar que define al artista del siglo XIX? Quien tiene la capacidad, pero sobre todo la libertad, de observar, es quien puede crear. Caminar y escribir son dos gestos de rebeldía.

Conforme pasa el tiempo, la situación de la mujer va cambiando.

La prostituta ya no es la única que transita la ciudad. Ahora también aparece la mujer trabajadora, de la que Emilia Pardo Bazán afirma:

«La mujer del pueblo, la mujer trabajadora es más persona que la mujer burguesa en cuanto es más ciudadana, en cuanto no solo ha conquistado la esfera laboral, sino que se vuelve económicamente independiente».

Precisamente esa independencia supone el primer gesto de ruptura para que puedan empezar a aparecer las fláneuses, entendidas como mujeres libres dentro de la esfera pública, y dentro de la ciudad.

Los centros comerciales suponen otro cambio importante, aunque no todo es bueno. Sí que proporcionan a las mujeres un espacio seguro para salir de casa sin temor de ser agredidas, pero no deja de ser un espacio tutelado por el hombre. Además, se las sigue tratando como a objetos, en este caso objetos de la sociedad de consumo.

Así que en el siglo XX seguían existiendo los mismos problemas.

Por ejemplo, a principios de siglo se publicaron guías de viaje de Londres y París, en las que se especifican los espacios públicos en los que las mujeres respetables pueden transitar y los que deben evitar.

En el año 1913, Sylvia Plath escribía en su diario:

«Sí, mi deseo de formar parte de una escena anónima, escuchando, apuntando en mi memoria, todo ello termina siendo arruinado por el hecho de ser chica, una fémina siempre en peligro de ser asaltada y agredida».

The irritating gentleman, cuadro de Berthold Woltze.

La revolución de las flanéuses analiza otros aspectos interesantes:

Nos habla de la soledad de la mujer, porque las pocas flanéuses que se atrevían a romper con las normas no tenían un espejo donde mirarse. Pero también de la soledad como derecho conquistado, el derecho a existir solas. La autora trata también otros temas, como el uso de ropas y pseudónimos masculinos por parte de algunas escritoras. O la importancia del lenguaje para construir la sociedad y nuestro propio relato.

Por supuesto, ocupar la ciudad físicamente es solo un paso, que lleva a la lucha política y social, a la denuncia escrita, a la aparición de las mujeres periodistas y políticas. De esto se habla también en La revolución de las flaneuses.

Otro análisis interesante es cómo convivían los dos modelos de mujer, y cómo los hombres se resistían a aceptar que las mujeres podían viajar solas. Sin olvidar la mención a las sin sombrero, y a todas las mujeres españolas que lucharon activamente para conseguir nuestros derechos.

En La revolución de las fláneuses, la autora hace numerosas referencias a la pintura y la literatura, para reflejar la situación de la mujer.

Nos presenta, por ejemplo, a la pintora Mary Cassat, que yo no conocía. Os recomiendo mucho buscar sus obras Mujer de negro en la ópera, y Mujer y niña en carruaje, porque son bastante subversivas para la época. Este libro también habla de los cuadros de mujeres urbanas y solas de Edward Hopper, que me parecen maravillosos. Y me ha descubierto los cuadros que ilustran este post.

Mi lista de lecturas pendientes se ha ampliado tras esta lectura. Tengo muchísimas ganas de leer la novela Tea Rooms, de Luisa Carnés, una autora de la que además se citan sus artículos periodísticos. También quiero descubrir a Flora Tristán y a Delphine de Girardin, una periodista que publicó, entre 1836 y 1848, crónicas del París más real y menos amable. Eso solo por nombrar algunos ejemplos, hay muchas más referencias interesantes en el libro. Se menciona, por ejemplo, a Rebecca Solnit.

Carmen de Burgos, periodista y luchadora por los derechos de la mujer.

En resumen, La revolución de las flanéuses me ha enseñado mucho.

Por desgracia, la lectura no ha sido amena. El libro es denso, y la estructura complicada, cuesta seguir el hilo. Me encanta lo que cuenta, pero no cómo lo cuenta. Aún así, me parece un ensayo necesario y muy reivindicativo.

Creo que merece la pena armarse de paciencia, coger lápiz y papel para tomar notas, y dedicar un tiempo a leer con calma este libro. Es importante recuperar la obra de todas estas artistas poco conocidas. Es fundamental continuar denunciando la discriminación que siempre hemos sufrido. Y sobre todo, es necesario tomar consciencia de que la lucha que nos ha traído hasta aquí debe continuar, porque la igualdad real todavía está muy lejos. Ni un paso atrás.

¿Qué opináis vosotros? ¿Conocíais esta obra? ¿Os parece interesante? Espero vuestros comentarios.

Por hoy me despido con un abrazo para todos. Nos leemos en la próxima entrada, y hasta entonces no olvidéis seguir disfrutando de la lectura.

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