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Rapsodia Gourmet – Muriel Barbery

Rapsodia Gourmet narra el último día de vida de Pierre Athens, el crítico gastronómico más célebre del mundo. Este hombre sabe que está a punto de morir; y en sus horas finales lo único que le importa es recordar el origen de un sabor que un día le hizo feliz.

En esta novela, Muriel Barbery vuelve a asombrarnos con su sutileza y su forma tan original de tratar temas importantes: la diferencia de clases, la política, las culturas japonesa y francesa, las relaciones familiares y el amor.

Es el propio protagonista el que relata sus recuerdos.

En la búsqueda de ese sabor misterioso, piensa en comidas que representaron para él experiencias significativas.

«Así, casi a mi pesar, las palabras de mis amigos improvisados, que nimbaron el almuerzo con una gracia inédita, constituyeron la sustancia de mi festín, y lo que yo aprecié con tanta alegría fue el verbo y no las viandas».

Pero hay otros narradores en Rapsodia Gourmet.

Entre recuerdo y recuerdo tenemos los testimonios, también en primera persona, de otros personajes muy relacionados con el protagonista: su médico, su esposa, sus hijos e incluso su gato.

De esta forma descubrimos su crueldad, su soberbia, su desprecio hacia todos los que le querían, y cómo se sienten los demás al verlo morir. Pero también hay testimonios positivos, que convierten al protagonista en un personaje complejo, porque, como en la vida real, nadie es totalmente malvado.

Rapsodia Gourmet es una novela barroca.

En ella encontramos muchas descripciones llenas de adjetivos, en las que la comida siempre va asociada a alguna emoción. Hay capítulos en los que esto resulta agobiante. Por ejemplo, en la oda al pan, que considero demasiado larga.

Sin embargo, otras escenas centradas en algún alimento me han gustado mucho:

«El tomate crudo, devorado en el huerto, recién cogido, es el cuerno de la abundancia de las sensaciones simples, una cascada que se dispersa en la boca y reúne en ella todos los placeres. Eso es el tomate, toda una aventura».

Esta historia nos invita a descubrir lo esencial.

Ese crítico poderoso, que ha destruido y creado reputaciones; ese hombre envidiado y aclamado, al final de su vida desdeña lo ostentoso, para resaltar la belleza y la importancia de lo simple.

Porque aunque solo hable de la búsqueda de un sabor, en el proceso hace balance y se arrepiente. No de lo que debería, porque ni en su hora final pierde la soberbia. Pero sí de cómo ha sido su obra.

Para mí, lo mejor de Rapsodia Gourmet son las reflexiones profundas que contiene.

Destaco especialmente las de un mendigo, con el que nuestro protagonista se cruzaba todos los días, aunque nunca le dirigió la palabra:

«Que se vayan a la mierda esos burgueses que se las dan de socialistas, esos que lo quieren todo: sus vacaciones en la Toscana y que desaparezcan de las aceras los aguijones de su culpabilidad, pagar en negro a la asistenta y que todo el mundo escuche sus discursos de defensores altruistas. No vayan a pensar ustedes que todos los mendigos son de izquierdas, y que la pobreza le hace a uno revolucionario. Tú y yo somos de la misma especie».

Y las de una niña, que entiende la situación mejor que los adultos:

«Sé que todos están tristes porque nadie quiere a quien debería y como debería, y porque no entienden que sobre todo es consigo mismos con quien están enfadados».

Rapsodia Gourmet ha confirmado a Muriel Barbery como una autora admirable, con un estilo propio y un culto a la belleza de la palabra que hoy en día es difícil encontrar en obras modernas. Reconozco que no es un tipo de literatura que pueda gustar a todos, porque en ocasiones puede hacerse pesada o difícil de seguir. Pero a mí personalmente me entusiasma.

¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis leído esta novela? ¿Os apetece darle una oportunidad? Espero vuestros comentarios.

Por hoy me despido hasta la próxima reseña. Un saludo a todos.

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