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La herencia – Vardis Hjorth

La herencia es una novela intimista, que reflexiona sobre el dolor, el perdón, la justicia y la reparación a las víctimas.

El planteamiento de la trama es bastante ingenioso:

Todo comienza con una disputa entre cuatro hermanos por motivo de una herencia. Al principio no parece demasiado grave pero poco a poco afloran recuerdos dolorosos, y pronto nos damos cuenta de que en esta familia hay un secreto enterrado. Algo terrible ocurrió cuando la protagonista era niña, y nadie quiere hablar de ello. Ni siquiera la autora, que hasta la mitad de la novela no desvela qué sucedió exactamente. Y cuando llega, por fin, la revelación, lo hace acompañada de un giro dramático que podría cambiarlo todo…o no.

Me gusta mucho esta forma de desarrollar la historia, porque cada capítulo incluye una sorpresa, tanto en el fondo como en la forma. Puede ser un recuerdo, un diálogo, una carta o incluso escenas de una obra de teatro que alguien está viendo en ese momento. Mediante estos recursos la autora deja muy claras las motivaciones de cada personaje, nos invita a reflexionar sobre todos los aspectos del problema desde diferentes perspectivas, y a elegir bando en la guerra que divide a esta familia.

Lo único que no me gusta es que el misterio se mantiene durante demasiadas páginas. En mi opinión, no es difícil adivinar qué le ocurrió a esa niña. Y una vez tienes la sospecha, resulta un poco irritante que el libro tarde tanto en confirmar si lo has adivinado o no.

La narración avanza lentamente.

Y eso es perfecto, porque así podemos saborear cada diálogo, sacar nuestras propias conclusiones y, sobre todo, entender bien todos los matices de cada personaje.

En La herencia hay poca acción. Lo que importa en esta novela son las emociones, los recuerdos y cómo se relacionan entre sí estos padres, hermanos, nietos, sobrinos y primos. Porque aquel evento innombrable sigue teniendo consecuencias, y afecta a personas que aún no habían nacido cuando ocurrió.

Por otra parte, el mundo no se reduce a este núcleo familiar. La protagonista y narradora también tiene un trabajo muy bonito y amigos con historias vitales tan interesantes e intensas como la suya propia, cuyas anécdotas y reflexiones se entrelazan con el drama central de una forma muy enriquecedora.

Sí es cierto que hay algunos capítulos que resultan un poco repetitivos, porque la protagonista entra en bucle y se obsesiona con su problema. Pero creo que es intencional por parte de la autora, porque es su forma de reflejar la parálisis que siente ese personaje, y las secuelas que le ha dejado el trauma.

La salud mental y emocional es uno de los temas principales de La herencia. 

De pequeños, aprendemos a ver el mundo a través de los ojos de nuestros padres. Su relato configura nuestra realidad, y creemos que el mundo es exactamente como ellos nos lo cuentan. Pero puede pasar que lo que ellos perciben como normalidad no lo sea; tal vez su realidad no es más que una locura surgida de su propia desesperación.

Si tú creces creyendo que esa locura es lo normal, es la realidad, ¿podrás llegar a ser un adulto sano? ¿Es posible desprenderse totalmente de la educación y la influencia de tus padres? O, como lo expresa la autora:

«¿Cómo sería ser una persona sana? Yo no sabía cómo era ser una persona sana, una persona no herida, no tenía más experiencia que la mía».

Me fascina cómo la autora pasa de lo particular a lo general. 

La protagonista relata en primera persona su dolor, su vergüenza, sus remordimientos, su culpabilidad y sus dudas. Es brutalmente honesta con respecto a lo que siente y a sus comportamientos autodestructivos. Cuando describe el miedo que sigue sintiendo tantos años después y los sueños en los que aparecen sus propias hijas, a mí se me puso un nudo en la garganta.

Y después de presentarnos con tanta intensidad las consecuencias que tiene un hecho traumático para sus víctimas, La herencia nos invita a reflexionar sobre ese concepto.

«El filósofo Arne Johan Vetlesen dice que la debilidad de las Comisiones de la Verdad, de los procesos de reconciliación después de las guerras es que suelen exigir lo mismo de las víctimas que de los verdugos, y eso es injusto. Yo pensaba a menudo en esa afirmación, y en que en un procedimiento de reconciliación de la familia exigiría más de mí que de mis padres y mis hermanas, y que eso era injusto. Además, en las Comisiones de la Verdad creadas después de las guerras había al menos un alto grado de acuerdo sobre quiénes eran las víctimas y quiénes los verdugos. ¿Cómo puede haber reconciliación cuando ni siquiera hay acuerdo sobre eso?».

A lo largo de la novela, la protagonista reflexiona acerca de la guerra, y de conflictos como el de Israel y Palestina.

Esta metáfora bélica no es casual. Para exigir justicia y respeto a su dignidad, la protagonista tiene que entablar una auténtica guerra psicológica contra gran parte de sus familiares, y el libro describe esas batallas: los golpes bajos, los chantajes emocionales, la manipulación psicológica, las amenazas, etc.

La herencia es mucho más de lo que parece.

Yo me esperaba la historia de una familia que se pelea por dinero. Creía que iba a ser un libro de piscina, entretenido, sin más. Sin embargo, me he encontrado con una novela profunda, que plantea debates muy necesarios y obliga a los lectores a enfrentarse a preguntas incómodas. Porque está escrita de forma que te obliga a entrar en la historia, tomar partido, pensar en lo que habrías hecho tú. Y, precisamente por eso, engancha.

A mí me ha encantado, y sin duda volveré a leerla dentro de un tiempo. Si alguno de vosotros le da una oportunidad, por favor, contadme si os ha gustado tanto como a mi. Espero vuestros comentarios.

Por hoy me despido con un abrazo para todos. ¡Leed mucho!

 

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