Don Juan Tenorio es, más que un personaje, casi un arquetipo. Está presente en diferentes obras artísticas (pintura, música, incluso cine), y no solamente en España (ahí está Casanova, sin ir más lejos). Por eso me interesaba acercarme a su figura y leer alguna de las obras que protagoniza. He empezado con Don Juan Tenorio de Zorrilla, pero más adelante quiero leer también El Burlador de Sevilla de Tirso de Molina.
El protagonista es un hombre despreciable. Le encantan las peleas, los duelos y sobre todo las mujeres. Dilapida el dinero y ni se sabe a cuánta gente ha matado. Aún así, no le faltan amigos, porque nadie duda de su valor. Pero un día hace una doble apuesta que traerá consecuencias imprevistas. Porque el irreductible Don Juan Tenorio se enamora, e intenta sinceramente cambiar. El resultado, sin embargo, no es el que él esperaba:
«Llamé al cielo y no me oyó
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, y no yo».
Me gusta muchísimo el primer acto de Don Juan Tenorio.
Como el texto está escrito enteramente en rimas, el ritmo y la musicalidad hacen que la lectura sea un placer. Al ser una obra de teatro la lectura fluye, porque todo se basa en los diálogos, que son ágiles, con muchas réplicas y contra réplicas. Tampoco hay largos monólogos, y las acotaciones descriptivas se reducen al mínimo.
En general, el texto produce la impresión de que hay mucha acción, aunque en realidad tampoco hay tanta. Esto se consigue porque hay algunos giros sorprendentes (como la entrada en prisión) y también mediante el suspense.
Los personajes están muy bien diseñados.
Por una parte, es muy fácil visualizarlos durante la lectura, porque están perfectamente caracterizados mediante sus diálogos. Además, Don Juan es un personaje carismático. Vil y traicionero, desde luego. Pero también interesante.
Sin embargo, mi favorito no es ninguno de los protagonistas, sino Don Diego Tenorio, el padre de Don Juan. Es un hombre íntegro, que se avergüenza del comportamiento de su hijo y quiere compensar a sus víctimas. Su forma de hacerlo me resultó bastante curiosa, pero no se puede dudar de que es honesto y tiene buenas intenciones.
Lo que menos me gusta del acto primero es la historia de amor.
Y es que no es creíble, la mires por donde la mires. Sí es posible que una novicia que no sabe nada del mundo pueda llegar a enamorarse a través de unas cartas apasionadas. De acuerdo, eso lo compro. Pero se necesitaría bastante más tiempo de cortejo para eso, incluso con la ayuda de la alcahueta. Hay que tener en cuenta la educación que ha recibido Doña Inés, y el respeto que les tiene a su honra y a su padre.
Por otra parte, no está bien explicado cómo, ni por qué, ni siquiera en qué momento se enamora Don Juan de Doña Inés. Toda esta trama me parece simplemente absurda. Hay que ponerla, claro, porque si no el final de la historia no sería posible. Pero no está bien desarrollada.
En el acto segundo vemos a Don Juan Tenorio a su regreso a Sevilla.
Han pasado años, y él ha corrido muchas aventuras, pero ahora quiere volver a casa. Pasea por el mausoleo hablando con las estatuas de sus muertos, y tiene una visión del alma de Doña Inés que le habla así:
«En la ardua lucha
en que va a entrar tu existencia,
de tu dormida conciencia
la voz que va a alzarse escucha».
Toda esta parte tiene un contenido básicamente religioso. El cielo, el purgatorio, el infierno y Dios son los protagonistas principales. Don Juan, por su parte, sigue presumiendo de no tener miedo a nada, dando banquetes y negándose a cambiar, a pesar de recibir una visita del más allá.
El acto tercero fue para mí una absoluta decepción.
Estamos de nuevo en el cementerio. A Don Juan se le acaba la vida, y los espíritus le instan a arrepentirse de sus pecados. Al principio se niega, pero en el último segundo cede y suplica piedad. Entonces interviene de nuevo el alma de Doña Inés… y supongo que ya conocéis el final.
Para poder apreciar esta pieza teatral hay que tener en cuenta la época y el tipo de sociedad para la que fue escrita.
Me refiero a que es machista, y relata hechos que hoy en día serían inadmisibles. Pero entiendo que no podemos juzgar la literatura del pasado desde la perspectiva actual, así que estos aspectos no influyen en mi opinión.
Mis críticas contra esta obra se basan exclusivamente en su falta de coherencia.
No es verosímil que, después de dos visitas fantasmales, Don Juan tarde tanto tiempo en creer que de verdad existen el cielo y el infierno. Por otra parte, si anoche mismo hablaba con arrogancia de sus muchos pecados; si durante toda la obra ha insistido en que es el cielo, no él, quien tiene la culpa de su conducta; si incluso al principio del acto final decía que ya era tarde para arrepentirse; ¿a qué vienen esas súplicas en el último segundo?
Lo peor es ese mensaje final de que Dios es misericordioso y todo lo perdona. Hace que una historia entretenida, con la que estaba pasando un buen rato, se transforme en una invitación para que todo el que la vea abrace la religión. Me parece una auténtica traición a la personalidad de Don Juan, y en general al espíritu de toda la obra. Lo coherente sería que el protagonista mantuviese su actitud desafiante hasta el final.
Aún así, Don Juan Tenorio me parece un texto interesante, con acción, intriga y buenos diálogos. El final no me ha estropeado el placer del resto de la lectura. De hecho, estoy deseando ver alguna representación en directo.
¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis leído este libro? ¿Os apetece darle una oportunidad? Espero vuestros comentarios.
Por hoy me despido hasta la próxima entrada. Un saludo a todos.