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El jardín de los cerezos – Antón Chéjov

El jardín de los cerezos nos presenta a una familia de ricos terratenientes rusos que están a punto de perder absolutamente todo lo que poseen. La única posibilidad de salvar su casa es aceptar que el pasado quedó atrás y cambiar radicalmente su modo de vida. Pero ¿serán capaces de hacerlo?

La acción transcurre en una propiedad que lleva siglos en poder de la familia protagonista.

Allí se sitúa El jardín de los cerezos, que ha sido durante mucho tiempo el orgullo de sus propietarios, y de todo el pueblo. Este jardín simboliza la Rusia antigua, la de los siervos, la inmovilista, en la que parecía no transcurrir el tiempo. Pero también el amor de la familia por su casa, y los recuerdos acumulados durante generaciones.

Chéjov nos presenta una amplia gama de personajes.

En esta obra se mezclan las familias de rancio abolengo, los criados de toda la vida y los nuevos ricos. La actual terrateniente sigue viviendo como si no hubiese pasado nada, repartiendo monedas de oro como propina y organizando bailes que no puede pagar. Pero no pude evitar cogerle cariño. Creo que es porque es muy honesta, y habla abiertamente de sus sentimientos.

También me ha gustado la forma tan diferente en que se enfrentan las hijas al problema. Una, práctica y eficiente, intenta reducir los gastos y confía en poder casarse pronto. La otra se refugia en la filosofía, y cree que perder la casa le permitirá ser libre como el viento.

El personaje más interesante es Lopajin. Hijo y nieto de siervos, ha conseguido ascender en la escala social y ahora es un mercader muy rico. Se pasa la obra proponiendo una solución al problema, intentando evitar que la familia pierda la propiedad. También será el que protagonice el final de la historia, de una manera que a mí me sorprendió.

El jardín de los cerezos aborda varios temas realmente interesantes.

Nos habla de nostalgias del pasado, de la modernidad que arrasa con todo y no respeta las tradiciones, de la esperanza y de lo destructivo que puede ser un amor tóxico. Pero también hay una crítica muy severa al papel de los intelectuales, y a la situación de Rusia:

«Los obreros comen pésimo, duermen de a treinta o cuarenta por habitación, rodeados de chinches, de hedor, de humedad, de impureza moral… Muéstrenme dónde están aquí las guarderías y las salas de lectura de las que tanto y con tanta frecuencia se habla. De ellas sólo escriben en las novelas, pero en realidad no existen en ninguna parte. Sólo hay mugre, vulgaridad, atraso… »

Me gusta especialmente la reflexión de que los terratenientes antes poseían almas vivas, las de sus siervos.

El jardín de los cerezos es una obra excelente.

Tiene momentos de reflexión, sus diálogos son muy interesantes, la forma de introducir y tratar los temas es muy natural y las interacciones entre los personajes son fluidas y realistas. Me encantaría ver representar esta obra, porque al leerla me pareció muy creíble, creo que sobre el escenario puede resultar amena y entretenida.

Por el momento, esta es la obra de Chéjov que más me ha gustado.

¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis leído El jardín de los cerezos? ¿Os apetece darle una oportunidad? Espero vuestros comentarios.

Por hoy me despido con un abrazo para todos. Hasta la próxima entrada, no olvidéis seguir disfrutando de la lectura.

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