El sueño de una lengua común es una antología de poemas sobrecogedores. Todos, absolutamente todos los textos recogidos en este libro me han transmitido una profunda emoción. Hay mucha denuncia, rabia e impotencia, pero también mucho amor y deseo en esta obra.
La primera parte de este libro se titula Poder.
En ella se tratan diferentes temáticas. Uno de los poemas está dedicado a una leona enjaulada; otros reflexionan sobre el lenguaje y las mentiras, sobre el dolor de la ausencia o la condición de madre. Hay homenajes a poetas desconocidas, y también a mujeres valientes como Marie Curie o Elvira Shatayev. Se habla de la creación literaria, del amor entre dos mujeres, de la violencia y del miedo.
En esta parte está mi poema favorito. Me encantaría copiarlo entero, porque es tan profundo, está tan bien escrito, y me golpeó con tanta fuerza, que quiero que todo el mundo lo conozca. Pero como ocupa tres páginas, voy a copiar solo algunos fragmentos, aunque en el original no vayan seguidos. El poema se titula Hambre, y dice:
«Vivo en mi piel occidental,
mi visión occidental, desgarrada.
Algo que nos mata o que nos deja medio vivas
arremete haciéndose pasar por “fuerza mayor”
en el Chad, en el Níger, en el Alto Volta:
sí, ese dios masculino que obra en nosotras y en nuestros hijos,
ese Estado masculino que obra en nosotras y en nuestros hijos
hasta que nuestros cerebros quedan embotados por la malnutrición.
La decisión de alimentar al mundo
es la verdadera decisión. Ninguna revolución
la ha elegido. Pues esa alternativa requiere
que las mujeres sean libres.
Hasta que nos encontremos, estamos solas».
La segunda parte de El sueño de una lengua común se titula Veintiún poemas de amor.
Estos versos hablan de una relación de pareja, con sus luces y sus sombras. Hay declaraciones amorosas y momentos de pasión; también hay poemas nostálgicos que recuerdan momentos felices que vivieron juntas. Pero a mí el fragmento que más me gusta es el que habla de la cotidianidad:
«dos mujeres juntas es una tarea
que nada en la civilización ha hecho sencilla,
dos personas juntas es una tarea
heroica en su cotidianidad,
la lentamente elegida, vacilante travesía de una pendiente
donde la más fiera atención se convierte en rutina;
mira los rostros de quienes lo han escogido».
La tercera parte se titula No en otra parte, sino aquí.
No hay un tema común en los poemas que contiene. Algunos hablan del papel de la mujer en el mundo, otros de arte, otros de violencia. Todos son muy visuales, evocan imágenes poderosas que hacen reflexionar y emocionan. Como este fragmento del poema titulado Estudio trascendental:
«Pero en realidad siempre fuimos así,
desarraigadas, desmembradas: saberlo marca la diferencia.
El nacimiento nos despojó de nuestros derechos,
nos arrancó de una mujer, de las mujeres, de nosotras mismas,
tan pronto
y el coro entero que zumbaba en nuestros oídos
como mosquitos no nos contó nada, nada
sobre nuestros orígenes, nada de lo que necesitábamos
saber, nada que pudiera re-membrarnos».
Estos poemas son distintos a cualquiera que haya leído antes.
La obra de Adrienne Rich es bella y emotiva, pero también sabe ser cruda e impactante. El sueño de una lengua común se ha convertido en uno de mis imprescindibles, que tendré siempre cerca para releer cada semana alguno de sus poemas al azar. Os recomiendo muchísimo su lectura, porque tanto si os gusta como si no, esta obra hay que conocerla.
¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis leído estos poemas? ¿Os parecen interesantes? Espero vuestros comentarios.
Por hoy me despido hasta la próxima entrada. ¡Leed mucho!