La madre de Frankenstein es la quinta entrega de la serie Episodios de una guerra interminable. En esta ocasión, la mayor parte de la historia sucede en los años 50, en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos. Aunque, como en todos los Episodios anteriores, también hay algunos saltos temporales.
Esta es una novela coral, en la que se entrelazan tres subtramas.
Uno de los protagonistas es Germán Velázquez, un joven psiquiatra que regresa a Madrid, tras una larga estancia en Suiza.
Los temas principales de su trama son el exilio y la culpa del superviviente. Porque Germán se refugia en casa de los Goldstein, una familia de judíos alemanes, exiliados a su vez, que han perdido a un hijo a manos de los nazis. Cada personaje de esta historia se enfrenta a la pérdida, la culpa y el dolor de una manera diferente. Pero todos sufren a causa del destierro y la nostalgia.
La segunda trama es la de María Castejón, la nieta del jardinero del manicomio.
Su historia es, para mí, la más dolorosa. María se crió con sus abuelos, que se negaron a mandarla a la escuela, porque tenían muy claro que su vida iba a a ser la de criada. No sabe nada de política, ni de la guerra, ni siquiera cómo y por qué murieron sus padres. Lo que sí sabe es que, para sobrevivir en España, lo que hay que hacer es trabajar duro, no quejarse, aguantar las humillaciones y no exigir jamás ningún derecho.
Como dice Almudena Grandes en las notas finales:
«En memoria de todas esas mujeres, que no pudieron atreverse a tomar sus propias decisiones sin que las llamaran putas, que pasaron directamente de la tutela de sus padres a la de sus maridos, que perdieron la libertad en la que habían vivido sus madres para llegar tarde a la libertad en la que hemos vivido sus hijas, he escrito este libro».
La tercera protagonista no es un personaje de ficción, sino una mujer que existió realmente. Ella es La madre de Frankenstein, a la que se refiere el título de la novela.
Se trata de Aurora Rodríguez Carballeira, una paranoica que asesinó a sangre fría a su propia hija. Sus capítulos son fascinantes, porque están escritos en primera persona, y en ellos se refleja el monólogo interior de la enferma, sus paranoias y sus motivos para actuar como lo hizo.
Doña Aurora es una figura muy interesante. Fue una mujer muy culta, extremadamente inteligente, que escribió libros, dio conferencias e influyó en la opinión pública.
Leer La madre de Frankenstein es como viajar en el tiempo.
Las descripciones son tan vívidas, y la ambientación está tan bien construida, que es muy sencillo entrar en la historia.
Creo que el mejor ejemplo es el capítulo en el que Germán explica cómo consiguió salir de España. Esa escena es impresionante, retrata muy bien la desesperación, la violencia y el miedo de los miles de personas que se hacinaban en los puertos, esperando conseguir un barco que los alejara de la guerra y la derrota. Se me saltaron las lágrimas al leerla.
También quiero destacar cómo se retrata el día a día en el manicomio: el trato tan diferente que reciben las internas en función de su clase social; la censura y vigilancia constantes; el papel de la política y la religión, que desprecian la dignidad de las pacientes y de sus familias; en fin, la autora ha cuidado cada detalle.
La técnica narrativa de Almudena Grandes es excelente.
Cada uno de los protagonistas tiene su propia voz, y las tres son muy distintas entre sí. Con leer las primeras palabras de un capítulo, ya puedes adivinar quién está hablando.
Por otra parte, también se nota el proceso de documentación previo a la escritura. En todo momento se respeta la coherencia, tanto en lo referente a los distintos momentos históricos, como a los lugares en los que se desarrolla la historia.
La estructura de la novela está muy bien pensada.
Germán es el hilo conductor. Cuando vuelve a España se encuentra con un país y una sociedad que no entiende, y que tiene que aprender a descifrar poco a poco. Es exactamente el mismo proceso por el que pasa un lector del siglo XXI, al enfrentarse a las atrocidades que en aquella época eran algo cotidiano. La sorpresa y el horror que experimenta Germán ante los Cursillos de Cristiandad, el terror y la humillación constantes que sufre la población civil, y los sistemáticos abusos de poder, son los que experimenta cualquier persona que no haya vivido en una dictadura al leer La madre de Frankenstein.
La forma en la que confluyen y se entrelazan las tres historias también es un acierto. Me gusta que el nexo de unión sea precisamente Doña Aurora, porque tanto María como Germán la conocieron en su infancia.
Como siempre, Almudena Grandes me ha vuelto a sorprender.
El final de La madre de Frankenstein es imprevisible.
Durante la lectura, todo parecía indicar un fin bastante típico, que hubiera sido lógico por cómo evoluciona la trama. Me alegro de que haya un giro argumental que lo cambia todo, eso me ha gustado mucho.
Aún así, el desenlace no me convence. Todo se resuelve en muy pocas páginas, de forma esquemática. Sí, es cierto que no quedan cabos sueltos y todo se explica. Pero me hubiera gustado saber algo más de lo que pasa en esos años que se eliminan mediante una elipsis. Por otra parte, no me gusta nada la forma en que termina la historia de María, creo que ella se merecía algo mucho mejor.
Pero esa pequeña decepción se ve más que compensada con todo lo que he aprendido en este libro.
Yo creía ser consciente de cómo se vivía en España en la década de 1950. Pero, gracias a esta lectura, he descubierto algunos hechos históricos que no conocía.
Uno de ellos es el debate sobre la eugenesia, y su gran importancia en la política de la época. Es terrorífico, pero el supuesto «gen rojo» que se inventaron los franquistas, sirvió de cobertura ética y moral para el robo de niños y otras tropelías. También me ha resultado sobrecogedor leer los tratamientos a los que se sometía a los homosexuales para «curarles». Más que tratamientos, eran auténticas torturas, que me impresionaron profundamente.
En conclusión, La madre de Frankenstein es una novela excelente.
Me parece tan apasionante como todas las de esta saga, pero más íntima, y más fácil de seguir. Sobre todo, en comparación con la anterior entrega, Los pacientes del doctor García, que era muy compleja.
El personaje de María es excepcional. Me gusta su capacidad de sobreponerse a los muchos golpes que le da la vida, su pragmatismo, su forma de querer y cuidar a las enfermas, y su capacidad de perdón. Es uno de esos personajes que emocionan y no se olvidan fácilmente.
Lo que más he disfrutado es la descripción de cómo se vivía en España. Era horrible, en esta novela hay escenas duras que me han hecho sentir mucha rabia y pena. Pero no me cansaré de decir que tenemos que conocer la realidad, y ser conscientes de nuestro pasado, para que esas cosas no vuelvan a suceder. Y en esta historia, además de leerlo, podemos vivirlo y sentirlo, a través de unos personajes carismáticos, con los que es fácil encariñarse.
Os recomiendo muchísimo esta lectura. Es un libro muy bien escrito y documentado, con un argumento que atrapa, y con el que estoy segura de que disfrutaréis.
¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis leído La madre de Frankenstein? ¿Os apetece darle una oportunidad? Espero vuestros comentarios.
Por hoy me despido con un abrazo para todos. ¡Leed mucho!