¿Por quién doblan las campanas? es un libro tan cruel como la época que retrata. Al leerlo nos sumergimos de lleno en la última Guerra Civil española.
En esta novela conocemos a Robert Jordan, un estadounidense experto en explosivos, que tiene la misión de volar un puente. Para ello se une a un grupo de guerrilleros republicanos que viven en el monte, y convive con ellos durante unos días, mientras prepara la ofensiva.
Esta historia tiene una ambientación perfecta.
No es solo que puedas imaginarte los escenarios, es que yo llegué a sentir físicamente lo que sentían los personajes.
Algunas descripciones son una auténtica obra maestra. La escena del combate del Sordo, con toda su crudeza, dolor y rabia por las dos partes, con el sargento loco, los soldados que se niegan a obedecer, el bombardeo y el macabro detalle final, es impresionante. Además de reflejar la realidad de la guerra, crea una atmósfera tan intensa que te atrapa.
¿Por quién doblan las campanas? denuncia y critica a los dos bandos.
Aunque está narrada desde el punto de vista republicano, también describe las barbaridades que hicieron estos al principio de la guerra. La purga de fascistas en el pueblo de Pablo es una escena que revuelve las tripas, es realmente muy dura, tanto que me costó leerla. Y aunque la narre Pilar, una republicana convencida, ni ella misma encuentra palabras para defender semejante atrocidad.
Es inevitable criticar también la desorganización. El propio general Golz se queja de que no hay garantías de que se respeten sus órdenes, o de que la ofensiva empiece a la hora prevista. Y no es extraño, después de leer toda la burocracia a la que tiene que enfrentarse Andrés para llevar el comunicado de Robert.
Pero lo que más me ha dolido es la división interna del ejército republicano.
¿Por quién doblan las campanas? describe cómo unos mandos le ponen la zancadilla a otros, y pelean entre ellos sin ningún respeto por las vidas de sus subordinados.
Los soldados son, sin ninguna duda, los grandes protagonistas de esta novela. La mayoría de ellos apenas han recibido entrenamiento militar, y no están acostumbrados a la disciplina. Es terrible leer cómo se les utiliza, el desprecio con el que se les trata.
Este libro está lleno de momentos memorables.
Entre ellos destaco este diálogo, que me pareció maravilloso:
«–No mataría ni siquiera a un obispo, ni a un terrateniente. Les obligaría a trabajar a diario el resto de sus días. Así aprenderían.
–Y sobrevivirían para volver a esclavizarnos.
–Matarlos no sirve de nada. No se les puede exterminar porque sus descendientes aún nos tendrían más odio. Meterlos en la cárcel tampoco sirve. Solo engendra odio. Más vale enseñarles».
Los personajes de ¿Por quién doblan las campanas? son fascinantes.
Hemingway es muy hábil a la hora de presentarlos. El lector va descubriéndolos poco a poco, de sorpresa en sorpresa.
Robert Jordan, el protagonista, se embarcó en la guerra por puro idealismo, y por amor a España. Pero cuando lo conocemos ya ha participado en muchas batallas, se ha endurecido y sus reflexiones demuestran su evolución:
“A pesar de toda la burocracia e ineficiencia y de las luchas de partido, uno sentía algo parecido a lo que se suponía que debía sentir y no había sentido al hacer la primera comunión. Era algo que no habías sentido antes y a lo que, una vez lo habías experimentado, concedías tanta importancia que tu propia muerte no te inspiraba más que indiferencia y pasaba a ser tan solo algo que debías evitar porque podía interferir con el cumplimiento de tu deber. Pero lo mejor era que había un modo de canalizar aquella sensación y aquella necesidad: combatir. Así que uno combatía. Y en el combate los supervivientes perdían en menos de seis meses aquellos sentimientos tan puros”.
Pilar es una mujer sabia, muy fuerte y valiente, tanto que los propios guerrilleros a veces le tienen miedo. Además, aporta un toque misterioso, con sus dichos gitanos, la lectura de manos, y la descripción del olor a muerte. Siempre sabe cómo llegar a todos los miembros del grupo, gracias a su capacidad de liderazgo.
Y sin embargo, cuando menos te lo esperas, se derrumba. Son momentos de desconcierto para el lector, en los que tienes que volver a situarte en la historia; son casi bofetadas de realidad para romper el idilio, el paréntesis de paz en el que vive el grupo, refugiado en la seguridad de su cueva, que parece protegida de la guerra.
Anselmo, el anciano, es con diferencia mi personaje favorito. Valiente y leal, pero enemigo de los extremismos, es el que aporta las reflexiones más profundas:
“Esos hombres no son fascistas. Los llamo así, pero no lo son. Son pobre gente, como nosotros. No deberían estar combatiendo contra nosotros y no me gusta la idea de matarlos».
En mi opinión, el pilar de la narración es Pablo.
Por un lado, es cruel y maquiavélico. No solo por cómo organizó, y disfrutó, la matanza en su pueblo. Sino también por la traición final, su forma de conseguir los caballos. Sin duda alguna, es el más inteligente de todo el grupo. Enseguida se da cuenta de las consecuencias que tendrá la voladura del puente, y de que escapar será un milagro.
Por otro lado, es un eje importante de la tensión narrativa. Porque durante toda la historia hay una lucha soterrada entre Pablo y Robert, que el lector vive con la duda de si conseguirán soportarse sin matarse el uno al otro.
He disfrutado mucho de las escenas que relatan la convivencia entre los guerrilleros.
Compartimos sus conversaciones cotidianas, siempre salpicadas de recuerdos. Nos parece estar sentados con ellos en la caverna, participando de sus rutinas. Esa caverna que, a pesar del humo, los olores y la incomodidad, se transforma durante la novela en un auténtico hogar. Es un ambiente rudo, donde abundan las palabras malsonantes y la violencia, pero tan realista y creíble que es una delicia leerlo.
Podría parecer que en estas circunstancias sería imposible encontrar el amor.
Sin embargo, es precisamente en esa cueva donde Robert se enamora de verdad por primera vez. Un amor puro y sincero, con deseos de futuro, aunque él mismo sabe perfectamente que está condenado:
“El amor, dos días de amor, que tienen que valer por toda una vida».
Dos días, porque después llegará la voladura del puente, el cumplimiento del deber, y probablemente la muerte.
“ No se trata de lo que pueda pasarte a ti ni a nadie. Ni tú ni este viejo sois nada. Tan solo meros instrumentos para cumplir con una misión».
Y María no es nada, el amor no es nada, solo importa La República, solo importa ganar la guerra:
“Todos los actos de los partisanos suponían un peligro añadido y acarreaban mala suerte a las personas que les ayudaban. ¿Y para qué? Para que con el tiempo terminara el peligro y se pudiese vivir en aquel país».
La misión es lo primero.
Y por eso abandonan al grupo del Sordo, al que los fascistas han descubierto por culpa de Robert, porque les pidió que le consiguieran caballos. Mueren por su culpa, pero tanto él como Pilar están de acuerdo en que no se puede hacer nada para evitarlo.
Y por eso la despedida final:
“Vete tú, porque al irte tú yo me voy también, porque me llevas contigo”.
Y por eso tantas muertes, tanta sangre, tanto dolor, tanto heroísmo… tanta guerra.
¿Por quién doblan las campanas? es un retrato descarnado y sublime de lo peor y lo mejor del ser humano.
También es una descripción muy fiel de un episodio fundamental de nuestra historia, que creo que todos deberíamos conocer en profundidad. Una obra de arte magistral narrada de forma coloquial, desde el punto de vista de un grupo de personas desesperadas, dispuestas a entregar sus vidas por una causa si es necesario, pero que preferirían no morir. Todos los personajes se aferran a la esperanza de poder sobrevivir para ver un mundo mejor.
Esta novela me parece imprescindible en todos los aspectos. No solo por la historia que cuenta, sino también por su excelente calidad literaria. Si os interesa leer algo sobre la Guerra Civil y no os apetece un libro de Historia, me parece una gran opción, que no os defraudará. Y si os interesa este autor, aquí os dejo mi reseña de sus Cuentos.
¿Habéis leído esta novela? ¿Qué opináis de ella? Espero vuestros comentarios.
Por hoy me despido con un abrazo para todos. ¡Hasta la próxima entrada!
Gracias por tu comentario Soreletta. Tienes toda la razón, este libro es muy profundo y a mí por lo menos me cambió la forma de ver el mundo.
Cada libro es un mundo, que deja experiencias, enseñanzas, relatos que dejan en suspenso o invitan a la reflexión y por lo que leo en esta reseña, este libro contiene todo ese mundo en su historia.