Saltar al contenido

El embalse 13 – Jon McGregor

El embalse 13 empieza con una misteriosa desaparición y una investigación policial. Pero muy pronto deriva en una historia costumbrista. Porque la verdadera protagonista no es la niña desaparecida, sino una pequeña comunidad, que se ve profundamente conmovida por el suceso.

El tema principal es el paso del tiempo.

Al leer El embalse 13 nos sumergiremos en la vida cotidiana de un pueblo. Acompañaremos a sus habitantes durante diez años, siendo testigos de nacimientos, divorcios, traiciones, y sorpresas que nos dejarán con la boca abierta del asombro. Porque el autor ha sabido incorporar algunos giros impredecibles.

Vemos cómo transcurren los años en las referencias al aniversario de la desaparición de la niña. Los personajes envejecen, algunos mueren, los niños se transforman en adultos. La naturaleza también está muy presente en la narración. El paso de las estaciones, las migraciones de las aves, o las continuas referencias a los animales marcan una cadencia poética y muy bella:

«Las garzas reales habían abandonado los nidos y el suelo quedó cubierto de palos. El brezo estaba en plena floración y el color morado se extendía por los montes».

El embalse 13 es un complejo entramado de personajes.

En esta narración se entrelazan las historias de todos los vecinos del pueblo, de una forma que me ha gustado mucho. Lo tradicional es dedicar un capítulo a cada protagonista, pero en El embalse 13 todos los personajes participan en la mayoría de los episodios. El autor dedica un párrafo a cada uno, y así consigue que los veamos como parte de un todo. De hecho, ninguno de los personajes es principal, ni secundario. Lo que importa es la comunidad.

La estructura también es bastante original.

Pero en este caso lo digo como algo negativo. Hay momentos en los que resulta muy complicado entender lo que estás leyendo, porque apenas hay puntos y aparte. Os pongo un ejemplo para que se entienda mejor:

«Los asistentes reconocieron que tenía razón en lo de Martin y su manera de aparcar, y que había que hacerle una advertencia. En el embalse número 5, un águila ratonera empollaba tranquilamente sus huevos mientras el viento agitaba los árboles. Al anochecer llovió de una forma que resultaba agradable mojarse un poco, y el agua se llevó el polvo de la atmósfera. Ashleigh Wright se hizo amiga de su padre en Facebook».

Ese párrafo está escrito así en el libro, pasando de un tema a otro sin transición. En ocasiones, esta forma de redactar me resultó molesta, porque dificulta la lectura.

El embalse 13 trata muchos temas interesantes:

Ya de por sí el retrato de la vida cotidiana es un argumento que me gusta, yo disfruto mucho de las novelas costumbristas. La rutina de organizar las fiestas del pueblo, las reuniones de vecinos, subir las ovejas a los pastos, o llevar a los niños al colegio son escenas que a muchos lectores les aburren. A mí, sin embargo, me encantan, porque aportan realismo y credibilidad a la historia.

Pero en El embalse 13 encontramos muchos otros temas: homosexualidad, una acusación de pederastia que nunca se aclara del todo, malos tratos, sexo, negocios turbios, delincuencia, o diferentes tipos de familia y lo que significa la lealtad familiar. Vemos amor y desamor, traiciones, momentos felices, enfermedad y vejez, juventud y desilusiones. Vemos cómo conviven las diferentes generaciones, cómo el pueblo va cambiando y modernizándose con el paso del tiempo.

En esta novela suceden muchas cosas, los personajes evolucionan sin parar, y en cada capítulo se tienen que enfrentar a una situación distinta.

Lo que más me ha gustado ha sido el estilo tan personal del autor.

Por una parte, es minucioso en los detalles, pero sin llegar a aburrir. Es muy fácil hacerse una imagen mental de lo que describe, y meterse en la historia. En especial en lo que respecta a los personajes, porque cada uno tiene un carácter y una forma de ser y pensar perfectamente definidos.

Por otra parte, me ha fascinado el ritmo de la narración, que parece una melodía musical. La repetición casi textual de algunos párrafos cada vez que llegan las fiestas del pueblo, o la celebración de Año Nuevo, me ha encantado. Igual que cuando volvía a hablar de los zorros que construían sus madrigueras, o de la vuelta de las golondrinas. Porque al leerlo te das cuenta de que ha pasado un año. Y, al igual que en la vida real, para los personajes ha pasado rápido, casi sin que se dieran cuenta. El libro transmite muy bien esa sensación.

El embalse número 13 es una novela magnífica.

No la recomiendo a todo el mundo, porque por momentos se hace densa y la estructura es difícil. Tampoco es un libro que pueda gustar a los que quieren un ritmo frenético, creo que les parecería aburrida. Pero sin duda alguna está muy bien escrita, y yo he disfrutado muchísimo con su lectura.

¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis leído este libro? ¿Os parece interesante? Espero vuestros comentarios.

Por hoy me despido con un abrazo para todos. ¡Leed mucho!

Compártelo

2 comentarios

  1. Flecha-literaria Flecha-literaria

    Gracias a ti por leerme, a mí también me gustan las descripciones minuciosas porque me ayudan a crearme la imagen mental de lo que estoy leyendo. Un abrazo.

  2. Patricia Sánchez Hernández Patricia Sánchez Hernández

    Personalmente me gustan las historias con descripciones minuciosas, que si bien hay a quien le resultan tediosas, a mí me aportan sensación de tangibilidad y realismo, me ayudan a sumergirme en la ambientación de la novela. Por lo que comentas, ésta debe ser de ésas. Gracias nuevamente por tu reseña.

Los comentarios están cerrados.