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El amante japonés – Isabel Allende

El amante japonés nos habla del vínculo que se crea entre Alma, una anciana poco convencional, e Irina, su joven asistente. Esta novela también recuerda uno de los episodios más vergonzosos de la historia de Estados Unidos, que yo no conocía.

Hay dos subtramas principales en este libro:

Por un lado, tenemos una antigua historia de amor llena de separaciones forzosas.

Sus protagonistas se enfrentaron a obstáculos que, aunque ahora nos parezcan fáciles de superar, en aquella época eran insalvables. Hablamos de racismo, embarazos fuera del matrimonio, diferencia entre clases sociales y homosexualidad, por poner algunos ejemplos.

Por otro lado, la trama de Irina es totalmente contemporánea.

En ella se tratan temas actuales y problemas que podemos encontrar cada día en las noticias. La mayoría son dolorosos, como la pornografía infantil , la esclavitud sexual o la polémica de la eutanasia.

El amante japonés no es un relato lineal.

Hay frecuentes saltos temporales, que son fáciles de seguir, porque la ambientación está bien descrita.

La historia se cuenta mediante dos voces. La principal es la de la narradora; pero también encontramos también cartas escritas por el amante que da título a la novela.

La lectura resulta ágil y sencilla, porque todo el texto tiene el estilo directo y claro que caracteriza a Isabel Allende.

Hay pocos personajes en El amante japonés.

Todos ellos están descritos con mucha honestidad y se muestran claramente como son.

Para ser sincera, a mí me decepcionaron. Son demasiado previsibles, no sorprenden, evolucionan poco y de una manera que me resultó forzada. Además, creo que les falta carisma.

Los recuerdos de Alma sí que son muy interesantes.

Cada uno está ambientado en un momento histórico diferente. A mí me atraparon sobre todo los que hablan de la segunda guerra mundial.

Aunque la mención al Holocausto es inevitable, El amante japonés no se centra en lo sucedido en Europa. En su lugar, esta novela habla de los campos de concentración que se crearon en Estados Unidos,tras el ataque a Pearl Harbour,  para recluir a todos los japones residentes en el país.

Allende hace un buen trabajo en estos capítulos.

Describe con maestría la vida cotidiana de una familia que, durante años, tuvo que subsistir en uno de esos campos. Estas páginas transmiten de forma muy efectiva la angustia que sentían al vivir como animales, privados de sus derechos. Además, el Gobierno les obligaba a enviar a sus hijos a luchar en el frente, para defender al país que los había encerrado y maltratado.

Pero la mayor parte de la trama transcurre en la actualidad.

Y allí es donde encontramos las mejores páginas de la novela. Son las que hablan de la ancianidad, porque abordan el tema desde distintos puntos de vista.

Envejecer conlleva problemas muy serios.

El amante japonés nos invita a reflexionar sobre ellos, como en el siguiente párrafo:

«Trataba de comprender lo que significa llevar el invierno a las espaldas, la inseguridad de cada paso, la confusión ante las palabras que no se escuchan bien, la impresión de que el resto de la humanidad anda muy apurado y habla muy rápido, la fragilidad, la fatiga… » 

También está presente el miedo a la muerte.

Alma, y los demás ancianos que viven con ella en la residencia, tienen distintas formas de enfrentarse a ella, y, sobre todo, de prepararse para ella.

Pero no todo es negativo.

De hecho, la vejez puede ser una época bonita. En esta historia conocemos a ancianos muy activos, plenamente conscientes de que lo mejor, a cualquier edad, es tener un propósito vital.

Ancianos que se enamoran; ancianos que acuden a manifestaciones y organizan protestas políticas, aunque vayan en silla de ruedas; o que, a sus ochenta años, siguen asistiendo a cursos y talleres, aunque tengan dolores crónicos. En vez de enterrarse en vida en una cama, a dejar que pase el tiempo, insisten en hacer una vida lo más normal posible, dentro de sus limitaciones.

Son personajes admirables, que ayudan a romper tópicos y que a mí, como lectora, me han ayudado a perderle un poco el miedo a la vejez.

En general, El amante japonés me ha decepcionado.

Creo que las transiciones entre presente y pasado no están bien logradas. Por otra parte, las cartas de Ichi son totalmente prescindibles: no aportan nada a la historia, tampoco plasman la personalidad que describe la narradora, y su redacción es muy mejorable.

Allende intenta que la historia tenga intriga y misterio, pero creo que no lo ha logrado, porque no hay ningún giro sorprendente en la novela. En el caso de Irina, aunque no adiviné exactamente cuál era su secreto, sí me pareció evidente el tema del que se trataba.

El amante japonés es una historia entretenida y fácil de leer. Pero me parece que no está a la altura de otras obras de esta autora. Yo creo que La isla bajo el mar tiene mayor calidad literaria. Y, desde luego, disfruté mucho más con la lectura de La suma de los días.

¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis leído esta novela? ¿Os parece interesante? Espero vuestros comentarios.

Nos leemos de nuevo la próxima semana, y hasta entonces espero que disfrutéis de la lectura.

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Un comentario

  1. Flecha-literaria Flecha-literaria

    Gracias por tu comentario Beth Gea. A veces sucede que el estilo de un autor o autora, aunque escriba muy bien, no casa con mis gustos personales, así que te entiendo. Si quieres darle otra oportunidad a Allende, puede que te guste El plan infinito, a mí me encantó esa novela. Un saludo.

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