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El día que amaneció sin colores – Jean-Gabriel Causse

El día que amaneció sin colores se basa en una premisa realmente original: ¿Qué pasaría si un día, de repente, todos los colores desaparecieran del mundo?

A través de las peripecias de tres personajes, el autor nos invita a reflexionar sobre nuestra sociedad actual, a la vez que nos cuenta una historia que me parece interesante: Una niña muy pequeña, una científica ciega y un alcohólico deben trabajar juntos, luchando contra una mafia peligrosa y armada hasta los dientes, para conseguir recuperar los colores.

Portada de la novela

El día que amaneció sin colores es una novela poco común, y no solo por su trama.

Puedes entender que es un libro entretenido, por momentos incluso divertido, y disfrutarlo sin más. O puedes profundizar en las metáforas y reflexionar. Entonces verás que la historia es más profunda de lo que parece.

El estilo del autor también me parece curioso.

Por ejemplo, en la narración se intercalan las crónicas del programa de radio de la protagonista y alertas de noticias. 

Lo que más me gusta es cómo describe el día a día en este nuevo mundo sin color: nadie quiere comer porque toda la comida es gris; las religiones experimentan un aumento de fieles, y se agotan los ansiolíticos y los antidepresivos en todas las farmacias. El día en que desaparecieron los colores variaron las reglas, hasta el punto de que las cafeterías acaban sirviendo LSD y la gente lo consume en masa. Las personas y sus necesidades han cambiado, y por tanto lo que antes podía parecer excéntrico o propio de perturbados, ahora ya no se juzga.

El tono es muy directo y bastante sobrio.

Este libro no se centra en las emociones, ni siquiera en las relaciones, aunque por supuesto sí que se habla de ellas.

Además, incluye explicaciones científicas, que describen el efecto de algunos colores en nuestro cerebro, y por tanto, en el comportamiento social.

Estudio de radio

El día que amaneció sin colores nos presenta a varios personajes interesantes, pero yo voy a destacar solamente a la protagonista.

 Se trata de Charlotte, una neurocientífica especializada en el estudio del color. Resulta curioso porque ella nació ciega. Pero ella misma lo explica en este párrafo:

«El color no es más que una ilusión, no existe más que cuando lo contemplamos. No hay dos personas en la tierra que vean exactamente igual los mismos colores. En cuanto a mí, no me dejo engañar por esa ilusión, y por lo tanto poseo la capacidad de aportar una perspectiva que usted no tiene». 

Charlotte trabaja en la radio, emitiendo crónicas científicas llenas de detalles curiosos. No sé si son ciertos, o si están científicamente comprobados, pero sin duda hacen la lectura de la novela más amena.

Lo que más me gusta de este personaje es que es capaz de criar sola a su hija, aunque no pueda verla. Me fascina cómo percibe el mundo, siendo capaz de disfrutar de un partido de fútbol por la energía del público, orientándose a través de los sonidos o los aromas. En ocasiones parece que ella está más viva y es más consciente de la realidad que todos los que la rodean. 

Muchos colores sin forma definida

Esta novela también nos proporciona reflexiones muy interesantes sobre nuestra sociedad actual.

Mi escena favorita describe cómo un cliente, vestido de blanco y negro, compra ropa en una tienda en la que todo, el local y la mercancía, es blanco, negro y gris, baja al parking en un ascensor gris, se sube a su coche negro y conduce por una ciudad de edificios grises, sin dejar de preguntarse si será verdad que han desaparecido los colores, y por qué él no lo ha notado.

El autor utiliza la pérdida de los colores como una metáfora.

De modo literal, es cierto que nuestra sociedad tiende cada vez más a la uniformidad, a no apreciar lo llamativo. Pero no solo es el color lo que hemos dejado de apreciar, sino en general todos los pequeños detalles. Estamos tan centrados en conseguir dinero, triunfo social o cualquier otra meta, que ya no nos paramos a oler una flor, o a escuchar con atención una melodía.

Es mucho lo que nos estamos perdiendo. Renunciamos a pequeños placeres como degustar en vez de engullir, o contemplar una obra de arte durante todo el tiempo que nos apetezca, sin prisas. Me parece que la pérdida de los colores es una forma de englobar todas estas pequeñas pérdidas que ya estamos experimentando.

Por eso he disfrutado tanto esta lectura.

Me recuerda un poco a los párrafos de La Elegancia del Erizo en los que Renée describe el efecto de tomar una taza de té. 

El día que amaneció sin colores invita al lector a tomar conciencia, a no dejar pasar oportunidades, a vivir plenamente. Pero también a comprender lo que tenemos a nuestro alrededor, a ver de verdad el mundo tal y como es, con todos sus defectos y virtudes. Por eso os recomiendo su lectura.

¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis leído esta novela? ¿Os apetece darle una oportunidad? Espero vuestros comentarios.

Por hoy me despido con un cariñoso saludo a todos. Hasta la próxima reseña, seguid disfrutando de la lectura.    

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3 comentarios

  1. Flecha-literaria Flecha-literaria

    Alexandra, muchas gracias por leer la reseña y compartir tu opinión. Sí es cierto que toca varios temas, y no puede profundizar en todos, aunque a mí eso no me molestó. Un abrazo.

  2. Flecha-literaria Flecha-literaria

    Gracias a tí por leerme. Un abrazo.

  3. Patricia Sánchez Hernández Patricia Sánchez Hernández

    Me parece una propuesta muy interesante. Gracias por la reseña.

Los comentarios están cerrados.