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La dama de las camelias – Alexandre Dumas hijo

La dama de las camelias es mucho más que una historia de amor. Tiene todos los ingredientes que convierten a una obra literaria en un clásico intemporal: pasión, drama, muerte, y la capacidad de conmover profundamente al lector. Prueba de ello es que la ópera que inspiró, La traviata, sigue siendo un éxito en la actualidad.

La novela describe un amor imposible.

Armand, un joven de buena familia, y Marguerite, una cortesana famosa por arruinar a sus pretendientes, se aman sinceramente. Pero su relación se enfrenta a muchos obstáculos.

Ella está enferma, tiene muchas deudas y vive del dinero que le dan sus amantes, así que no puede dejar de ejercer. Él no soporta los celos, y al final consigue convencer a Marguerite de que cambie de vida. Pero entonces interviene el padre de Armand, decidido a impedir que el buen nombre de su familia se asocie a una mujer con tan mala reputación. El drama es inevitable.

Hay varios temas centrales en La dama de las camelias.

La hipocresía de la sociedad parisina está muy bien retratada.

Todo el mundo considera lógico que un joven como Armand tenga una o varias amantes, no ven nada censurable en ello. Lo que no se tolera es que esas relaciones sean algo serio; de hecho, solo se admiten como un entretenimiento frívolo.

Por otra parte, las mismas grandes damas que miran con desprecio a las cortesanas no pierden ocasión de curiosear en su intimidad. El ambiente que rodea a Marguerite está lleno de supuestos amigos que, a la hora de la verdad, no dudan en abandonarla y renegar de ella.

Podríamos decir que el tercer protagonista de esta historia es el dinero.

Continuamente se habla de la situación económica de los personajes, de cuánto gastan, cuánto ingresan y cuánto deben. El dinero otorga poder, posición social y seguridad. Pero también esclaviza.

Marguerite se vende por dinero, y así pierde su libertad y su dignidad. Armand, como muchos jóvenes elegantes de París, necesita mucho más dinero del que tiene para poder llevar lo que allí se considera una vida normal. Por eso se dedica al juego y las apuestas. Dumas deja claro que esta forma de vida conlleva serios riesgos, y puede destrozar el futuro de hombres brillantes y muy prometedores.

«Las relaciones iniciadas alrededor de un tapete verde acaban en peleas en las que el honor y la vida siempre salen bastante malparados. No será necesario que le hable de los que roban en el juego, de los que un buen día se entera uno que han tenido que marcharse o que han acabado denunciándolos». 

La moral burguesa es la columna vertebral de La dama de las camelias.

Uno de sus dos pilares es la prosperidad económica, que ya he comentado. El otro es la respetabilidad y el buen nombre de la familia. Y este punto me parece muy curioso, porque el concepto «respetable» difiere mucho del que tenemos en la actualidad. Por ejemplo, algunas grandes familias no toleraban que sus tumbas estuvieran cerca de las de personas de mala reputación. Incluso muertos los seguían humillando.

Para Marguerite esta moral supone un obstáculo insalvable:

«El futuro de una muchacha que no le ha hecho nada y que tiene derecho a hacer su vida está en sus manos». 

En la Francia que describe Dumas, la religión sigue siendo un argumento de peso, que los personajes utilizan cuando les conviene.

La prostitución se aborda desde distintas perspectivas.

La dama de las camelias denuncia el maltrato que sufrían las mujeres obligadas a prostituirse. El narrador relata varios casos de jóvenes que trabajaban en la calle, en condiciones espantosas.

«De vez en cuando es preciso dar a conocer los martirios de estas personas, a las que condenamos sin escucharlas y despreciamos sin valorarlas».

Comparadas con ellas, las cortesanas eran unas privilegiadas. Y sin embargo, aunque su vida parecía consistir en lujo y diversión, ellas también sufrían mucho. Marguerite dice:

«Nos temen como a fieras salvajes, nos desprecian como a parias, solo nos rodeamos de gente que siempre toman de nosotras más de lo que nos dan, y un buen día nos morimos como perros tras haber perdido a los demás y a nosotras mismas».

Estas mujeres vivían sometidas a las tiranías y los caprichos de sus amantes. La vejez era su primera muerte, y sabían que en cuanto perdieran su belleza se quedarían sin dinero y sin amigos.

Me gusta que Dumas hable con respeto de las prostitutas, y haga un llamamiento a sus contemporáneos para que dejen de tratarlas mal. Sin embargo, no me resulta del todo creíble, porque lo hace desde la superioridad moral, y con un claro matiz machista.

Además, me molesta que se hable de la redención de Marguerite. Ella tiene que suplicar perdón, realizar un enorme sacrificio y convertirse en mártir para que la novela sea aceptada. Una vez más, la mujer es la pecadora y la que tiene que pagar. Los hombres que la utilizaron, humillaron y abandonaron no son castigados.

La estructura de La dama de las camelias es muy interesante.

La narración no es lineal. De hecho, la historia empieza tras la muerte de Marguerite, y a lo largo de la novela se producen algunos saltos temporales que aumentan la intriga.

Me gusta mucho que Dumas utilice a un narrador que va descubriendo poco a poco lo que les sucedió a los protagonistas. Eso mantiene la tensión narrativa, porque la misma curiosidad que siente ese personaje se transmite al lector. También es un buen recurso para darle verosimilitud a la historia.

De hecho, está documentado que el personaje de Marguerite está basado en Marie Duplessis; pero no creo que los sucesos que se narran en esta novela hayan ocurrido. Parecen más bien una idealización.

La dama de las camelias atrapa por su emotividad.

En realidad, es un melodrama que apela continuamente a los sentimientos del lector. Es imposible no emocionarse al leer esta historia, y creo que ese es el motivo por el que sigue siendo tan popular siglos después de su publicación.

Yo empecé la lectura con mucha ilusión, convencida de que la iba a disfrutar. Y en realidad sí que me ha gustado, porque está escrita de tal forma que es fácil entrar en la novela e imaginarte lo que estás leyendo. Pero, para ser sincera, también me ha decepcionado, porque la sensación final que me ha transmitido es que Dumas era tan hipócrita como la gente a la que critica en el texto.

Reconozco que en mi valoración influye también la comparación con otro texto similar, y me explico:

En La dama de las camelias hay varias referencias a la novela Manon Lescaut, en la que se inspira claramente. En mi opinión, Dumas tiene un tono más moralista, y las referencias a la religión (presentes en ambas obras), están mejor integradas en Manon Lescaut, que me parece superior en calidad literaria.

En resumen, La dama de las camelias es una buena novela, bien escrita, entretenida, pero que no me ha dejado huella. Honestamente, disfruté más y me emocioné más profundamente con su adaptación en la ópera La traviata.

¿Qué opináis vosotros? ¿La habéis leído? ¿Os gustó? Espero vuestros comentarios.

Por hoy me despido con un abrazo para todos. ¡Leed mucho!

 

 

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